Al cumplirse 67 años de la histórica caravana conocida como
Malón de Paz, el miércoles 15 de mayo disfrutaremos de la proyección del documental “Por los caminos del
malón de la paz”. El video nos muestra la epopeya de 174 kollas que partieron
caminado desde Abra Pampa hasta Buenos Aires para reunirse con el entonces
presidente, Perón, y pedirle la devolución de los territorios puneños.
En
adhesión a las actividades por un nuevo aniversario del Malón de La Paz, el
miércoles 15 a partir de las 20 hs, en el Centro Cultural Guillermo Llampa
podremos disfrutar de este documental. Invitamos a toda la familia puneña a
compartir esta historia que forma parte de nuestra historia.
Un poco de historia
Las
comunidades de la puna se organizaron para recuperar el territorio kolla.
El 15 de mayo de 1946 desde las comunidades de Queta, Tinate, Miraflores, Abra Pampa entre otras en la puna jujeña, San Andrés de la Nueva Oran y Santa Cruz en las serranías del Zenta, partió una caravana con destino a Bueno Aires para reclamar al entonces Presidente de la Nación, el General Perón, la devolución de sus territorios que injustamente habían sido usurpados por terceros. Llevaban una carta donde se formalizaba la petición, que fuera entregada por los dirigentes indígenas en la casa rosada, en mano al del entonces presidente Juan Domingo Perón.
La caravana duro ochenta y cuatro días desde el 15 de mayo hasta el tres de agosto teniendo que recorrer 2.425 kilómetros, pasando frío, calor, hambre, sed, cruzando ríos de noche y a veces teniendo que dormir a la intemperie, llevaban algunos burros en los cuales transportaban alimentos y abrigos; el contingente total 174 kollas.
El 15 de mayo de 1946 desde las comunidades de Queta, Tinate, Miraflores, Abra Pampa entre otras en la puna jujeña, San Andrés de la Nueva Oran y Santa Cruz en las serranías del Zenta, partió una caravana con destino a Bueno Aires para reclamar al entonces Presidente de la Nación, el General Perón, la devolución de sus territorios que injustamente habían sido usurpados por terceros. Llevaban una carta donde se formalizaba la petición, que fuera entregada por los dirigentes indígenas en la casa rosada, en mano al del entonces presidente Juan Domingo Perón.
La caravana duro ochenta y cuatro días desde el 15 de mayo hasta el tres de agosto teniendo que recorrer 2.425 kilómetros, pasando frío, calor, hambre, sed, cruzando ríos de noche y a veces teniendo que dormir a la intemperie, llevaban algunos burros en los cuales transportaban alimentos y abrigos; el contingente total 174 kollas.
Extraordinarios
caminadores que durante algunas jornadas como el tramo Tucumán-Simoca, llegaron
a avanzar un diario de 80 kilómetros. Más de una vez durmieron a la intemperie
o en las plazas de los pueblos que atravesaban.
“El Malón de la Paz por las rutas de la patria” como señalaba el letrero del carro que avanzaba haciendo punta, transitara mas de 2.000 kilómetros durante tres meses para salir de la invisibilidad a la que habían sido condenados por la historia.
“El Malón de la Paz por las rutas de la patria” como señalaba el letrero del carro que avanzaba haciendo punta, transitara mas de 2.000 kilómetros durante tres meses para salir de la invisibilidad a la que habían sido condenados por la historia.
Finalmente
el sábado tres de agosto de 1.946 en horas de la mañana, 173 kollas con sus
mulas, caballos, burros y carretas
ingresaron a la Capital Federal.
el
Malón improvisó un desfile ante el balcón al son de sus erkes, charangos,
sikus, quenas, cajas y bombos. Finalmente de la Casa Rosada bajó un mensajero
solicitando la presencia de la representación indígena. ¡Por fin llegaba el
momento ansiado! Una comitiva ingresó a la sede del gobierno para entrevistarse
con el presidente. Del grupo de los kollas los funcionarios seleccionaron dos
mujeres y un hombre que portaban la bandera Argentina atada a un tosco mástil
de cardón. Los dos fueron conducidos al balcón. Aquel mediodía Perón fue el
promotor de un episodio que jamás ocurrió en la historia Argentina y que nunca
volvió a repetirse hasta el día de hoy, se abrazó no sólo en público sino
asomado al balcón de la Casa Rosada con una indígena; el balcón estaba
abarrotado de funcionarios y en uno de sus extremos se apiñaba un grupo de
fotógrafos y camarógrafos que dejaron constancia de aquella escena memorable.
Entregado
el sobre lacrado donde pedían la escrituración de sus territorios y con la
promesa verbal de Juan Domingo Perón de conceder lo solicitado los kollas se
retiraron de la casa Rosada con una alegría incontenible y una certeza ¡El
General Cumpliría!. En su calidad de “huéspedes de la justicia social” el
gobierno tenía preparado un alojamiento acorde. Aquí vale la pena prestar
atención sobre un dato crucial que ya en aquel entonces, un redactor acertó en
calificar como “inaudita paradoja”. El aposento destinado para albergar a los
maloneros fue curiosamente el “Hotel de los Inmigrantes”. En menos de una hora,
los kollas habían pasado del Balcón Presidencial a un Hotel para Extranjeros.
Dicho edificio ubicado dentro de la zona portuaria, era el sitio donde las
autoridades de migración internaban a los Extranjeros que desembarcaban de
Europa y que no tenían quien los recibiese ni adonde ir. Es decir, era el lugar
donde terminaban los más desamparados de todos los inmigrantes.
A
Perón no lo habían vuelto a ver, y para sorpresa general, los kollas se
encontraban militarizados. Dentro del Hotel de Inmigrantes aumentó la dotación
de Guardias armados que prácticamente los tenían confinados en los dormitorios.
El 20 de agosto el semanario socialista “La vanguardia” tituló: “Bueno ¿y que
hacemos con los kollas?”. El mismo día los comunistas publicaron en la portada
de La hora “De pronto nada. El más absoluto silencio de los kollas y sus
reclamos de tierra. Nada sobre sus pedidos, sobre su regreso ¿Qué pasa con los
kollas?, ¿Tendrán las tierras reclamadas?”. Innumerables eran las preguntas que
quedaron flotando sobre aquellas últimas jornadas. Las pequeñas escapaditas que
algunos consiguieron hacer en un comienzo, se cortaron por completo,
permanecían confinados e incomunicados.
Agosto acababa mal; llevaban 23 días en Buenos Aires y la novedad de la gran ciudad se había agotado transformada en pura nostalgia del terruño del que habían partido, hacia casi tres meses. Para colmo la última semana permanecieron confinados en el Hotel, con Guardias armados en los pasillos que sin poder entrar ni salir y sin que nadie fuera capaz de explicarles los motivos de tales medidas de “seguridad”.
La vuelta tras la trágica noche
El miércoles 28 de agosto le comunicaron, que debían alistar sus cosas para trasladarse a un nuevo alojamiento y en la madrugada del jueves 29 de agosto mientras los kollas dormían, las tropas irrumpieron dentro de las habitaciones; fueron directamente al dormitorio de las mujeres y comenzaron a sacarlas a la rastra. Semejante atropello dio por tierra con la estrategia de los varones que habían amontonado algunos camastros contra las puertas para impedir el paso de las tropas. Cuando los hombres salieron en defensa de las mujeres terminaron golpeados sin miramientos; muchos fueron empujados y terminaron rodando escaleras abajo. Los kollas se resistieron al desalojo exigiendo la presencia de Perón.
Agosto acababa mal; llevaban 23 días en Buenos Aires y la novedad de la gran ciudad se había agotado transformada en pura nostalgia del terruño del que habían partido, hacia casi tres meses. Para colmo la última semana permanecieron confinados en el Hotel, con Guardias armados en los pasillos que sin poder entrar ni salir y sin que nadie fuera capaz de explicarles los motivos de tales medidas de “seguridad”.
La vuelta tras la trágica noche
El miércoles 28 de agosto le comunicaron, que debían alistar sus cosas para trasladarse a un nuevo alojamiento y en la madrugada del jueves 29 de agosto mientras los kollas dormían, las tropas irrumpieron dentro de las habitaciones; fueron directamente al dormitorio de las mujeres y comenzaron a sacarlas a la rastra. Semejante atropello dio por tierra con la estrategia de los varones que habían amontonado algunos camastros contra las puertas para impedir el paso de las tropas. Cuando los hombres salieron en defensa de las mujeres terminaron golpeados sin miramientos; muchos fueron empujados y terminaron rodando escaleras abajo. Los kollas se resistieron al desalojo exigiendo la presencia de Perón.
Más
de un centenar de efectivos de la policía federal con lanzas, gases, juntamente
con las tropas de la marina de guerra y hasta bomberos de cuartel central
participaron de la represión. Los invisibles que habían sobrepasado la zanja de
Alsina de los unos y los otros, fueron lanzados de regreso a sus sitios. Los
indios regresaron custodiados para que no pudiesen descender antes a su lejano
destino Abra Pampa. De todas maneras tres de ellos consiguieron arrojarse del
tren en movimiento arriesgando su vida, en las inmediaciones de Retiro cuando
el tren no había adquirido velocidad rompiendo las ventanas del mismo, con la
esperanza de hablar con el presidente Perón y exigirle los títulos de los
territorios puneños.